El Bardo del Tabardo
El Bardo del Tabardo Poeta lírico, entiéndase del lirio y la liria, con chaquetón, que no chaquetero, no me confundan con la otra acepción -el fango-, aunque éste sea a veces fuente de inspiración.

Visir

Visir

En un reino lejano del oriente entierran a su visir, carne pestilente en el cajón sin bruñir y carne espetada para la fiesta del vivo, que el funeral por el muerto es un rollo pero de comer, amigo, dan pollo altivo y faisán á la nuit tombeé, de beber, vino y de postre bollo confitado y espolvoreado de blanco, del ileGAL. ¿Se lo va a perder?

Bandera a media asta en todo poste oficial, la nación, medio país al menos, llora en la calle y en televisión, donde se aprecie bien su depresión, no en vano ha de haber alguien para escuchar el sonido del arce cuando cae al mundano suelo, filosofía me temo, no desengarce lector que yo me alieno y vuelo, y me sobrecojo al pensar en la muerte rondando, de aquí para allá talando pares e impares sin parar en los bares ni prestar atención al dolor ajeno. El caído es único, no cualquier rastrojo, con moral de valido cojo recabó el poder desde la sombra y apuntó al cielo sin honra, no que le echara en falta, se exalta solo, y para crecer necesitaba sol y humedad en el suelo, no decoro. El calor de las cámaras y de la gente, se entiende, el vapor del secreto y la serpiente. ¿De qué hablo? Del árbol, claro, y el Fouché cántabro: Rubrum la especie y en español, arce rojo. Macabro trampantojo. Defendió a la patria tejiendo enredos, contra el terrorista doméstico y el enemigo extranjero, propios y extraños le deben sus eres, la mar de dosieres… por si fuera poca cosa, a los muertos enterraba en cal viva y sosa. Y qué decir de los trenes del 11-M. Por la Vía Dolorosa, estación a estación se cuentan pecados, y en el trono más alto se espera para juzgar al autor del crimen y la explosión. Químico, seguro, de profesión. Maestro embustero al decir la verdad, menudo espécimen han de arbitrar San Pedro y los demás…

En el pozo de llamas se espera al traidor, torturando almas con rencor, sin prisa pero sin pausa, puro folclor, aguarda Satán al finado que reinó sin corona ni cetro dorado, tras la cortina más bien: tira la piedra y esconde la mano. Como herramienta de tirano. Le quedan años para pensar en su legado, jubilación de oro se ha ganado, sin playa pero con calor inhumano. Los demás cantaremos sus gestas, freudiano lo sé, como una afrenta, pero el visir se merece un bardo que no mienta. Una cosa está clara entre tanto llanto y espanto, tras acertar el venablo de la Huesuda en el corazón del héroe, y verla de frente viniendo a por él, desnuda y atroz como es… Con la muerte de la alimaña el PSOE va a hacer toda la campaña, eso lo saben Vocablo y ahora el mismo diablo. Espero no volverte a ver, visir, si no por tus faltas por lo que dice de mí.

Imagen cortesía de MissRagamuffyn . Original y Licencia CC Atribution 2.0