Tiempos confusos para la lírica
Si un alienígena me preguntara por la política y tuviera poco tiempo para contestar, digamos que se cierra el vórtice espacial a su espalda y no puede debatir en profundidad, le diría que con la izquierda es tan fácil que uno se desternilla, y que todo lo que tiene que hacer para entender es darle la vuelta a la tortilla. Es decir, cuando acusan son culpables. Si quiere saber lo que traman, revise la acusación. Si le dicen que está robando, sus bolsas están llenando, y si es traición el cargo, están conspirando de largo. No falla. ¡Admirable! Lo llaman “proyección”, y básicamente se trata de mirar la otra bancada como si fuera un espejo gigante, de plata. ¡Leña al canalla!
Para entender sus incoherencias y el modo de vida, sencillo: haz lo que digo y no lo que hago. Que está muy bien ser de Sevilla si vuesa merced es hidalgo. Les gusta vivir bien, como reyes de hoy o, aún mejor, de antaño, pero dicen servir al ciudadano y, en especial, al proletario. Se acurrucan en bastiones de derechas y nidos blandos, chaletazo a las afueras en municipios patricios mientras juran y perjuran que son de barrio y no de atrio. Hablan mucho de trabajo, la palabra no se les cae de la boca, trabajan a destajo, dicen, como el diablo en su obra o las plumas de Vocablo. Que de no parar echan fuego, y a Dios ruego por el bien de los mancebos que Vox alce el vuelo en abril y detenga la debacle, que les dejen descansar al fin. Y muestre a la izquierda como es, sin faltar pero tienen la cara dura como la roca. Todo esto además es universal, vale para aquí y allá, a este lado del Duero y en la India occidental, se aplica por igual a la izquierda intelectual o de soiré, la del cherry en la mano y Monet, y la rural. De ésa, mejor, no hablo.
Si me preguntara por el inglés, le diría que no se preocupara, aquí se sigue sin hablar bien. Se llenan los textos con “palabros”, cada vez más, a bocajarro, más que nada es to show off, para pavonearse y parecer cultivado. Es cosa del lobby gay, sofisticado, y de snob literario de bajo calado. Como bardo con tabardo o peor, uno engolado. ¡Qué petardo!
Le llama la atención la huelga y los derechos de la mujer, le parecen más libres hoy de lo que eran ayer y no sabe bien por qué protestan, mucho menos al ujier. Le explico que en el pasado no las trataron bien, o tal vez demasiado porque ahora piden lo contrario, de princesa a sapo, fetén. Quieren cambiar tacón por zapato, pañal por PC, ir a la guerra y morir por doquier, perder las buenas maneras, orinar erguidas y escupir sin recato, cambiar cocina por despacho y tener amante o harén, copiar lo malo del macho, calzar el mismo pie. O un número más, monsieur. Olvidan, no obstante, que lo pueden hacer, que es cuestión de buen gusto más que de ley. Y hay otras partes del globo terráqueo, mire usted, donde a la mujer se la trata peor que al buey. No hablo de Monterrey, de Borneo más bien, de la media luna y, permitan la ironía, su grey.
Pregunta por el islam a continuación, que tiene tela -sobre todo en la cabeza de algunas, poliéster 100%- pero no hay tiempo para religión, ni manuales de guerra y hambrunas. El profeta habla ya mucho de esclavos en su libro, sura tras sura, de qué hacer con ellos y de cómo tratarlos. Trabajo de altura, seguro, pero rima con basu… Con cordura. Cordura moruna. Que protesten allí, topless de duna. Suena a perfume de axila osuna.
Es un alienígena raro, lo sé, qué cosas pregunta el calamar… Que ni es pibón como en Species, ni garañón de culebrón. Es un bicho feo y un tanto palurdo, viscoso y baturro, un poco batracio y preguntón, canijo, petardo y bravucón.
Me pregunto, ahora que me fijo, si es de madera o plástico y de San Chinarro o del espacio exterior, o más bien si es un tocón, enmohecido y socialista por las larvas que lo habitan sin pagar alquiler, producto a simple vista del delirio bizarro. Una cosa es cierta, si soy yo el que al alíen infecta, con información estilo La Secta… ¡Pardiez! Esto es el mundo al revés.
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