El Bardo del Tabardo
El Bardo del Tabardo Poeta lírico, entiéndase del lirio y la liria, con chaquetón, que no chaquetero, no me confundan con la otra acepción -el fango-, aunque éste sea a veces fuente de inspiración.

Si no fuera mi país (volumen tres)

Si no fuera mi país (volumen tres)

Si no fuera mi país, le haría un favor a Pablo Echenique.

Madre mía, qué partidazo, nació el argentino con pan bajo el brazo. Prodigio de la genética, proeza estética, modesto y austero, mantiene perfil bajo, sus cualidades ocultas como príncipe hechizado. O hechicero. De alta gama pero pequeño y compacto, aerodinámico como un Mercedes de infarto. El Clase A, por ejemplo, al que un cornudo hizo seguro al cruzarse en su camino. Hablo de un alce, por descontado, y la prueba del volcado. Así lo imagino. Capaz de lidiar con el viento patagónico, que le hace perder el norte hasta un santo canónico. Y beato, es un rato. Le gustan las canciones de misa, las de los domingos, pero como es feminista las llama “domingas”. No se lo tengan a mal que en la Pampa es habitual cuando corre el vino de boca en boca y no hay fútbol en la tele. También usan mucho las palabras “pelele”, “boludo” y “pelotudo”, refiriéndose a los de River Plate y su mate. ¿Han visto lo que he hecho ahí? Trabajo fino, me parto. Pronúncienlo en español, por favor, que del inglés estoy harto.

De brillante discurso, verbo fluido y dicción insuperable da gusto escucharle, orador curtido como Cicerón. Prócer y con el dinero público, espartano, no en vano es su propio chófer. Legalista hasta decir basta, paga bien al empleado para humillar a la casta. Mucha clase, poder y dinero para ignorar al obrero. ¡Ya está bien de reírse del que empuña el arado!

Sacrificado, al barrio rico se ha mudado para espiar al señorito, y al yanqui capitalista de la embajada, situada apenas a dos pasos, verle de cerca y aprender sus rutinas como cocodrilo de pantano. Hay que vigilar con la cámara en la puerta, en la ventana, el alféizar y el banco, demostrando que no teme a los cachorros de Franco. Al parecer están ahí, alrededor, en un panteón por Diego de León. Por encima de todo, agradecido. No se cansa de alabar al país que le ha acogido, y a su rey, claro, fruto según él de esperma selectivo. Es un líder nato, nadie decide sus pasos. Yo le seguiría hasta el mismo infierno si me lo pidiera de tapadillo en una noche de frío invierno, al Escorial me refiero, ahí con tridente reina el caudillo. ¡Vamos, Pablo, que yo te sigo, y donde vamos no hace falta abrigo!

Si no fuera mi país, me iría a ver pisos con Ramón Espinar.

Le llamaban Espiblack por un lío de tarjetas, pero es más Espinete, rosado como lechón, anodino, inocente, noble y de buen corazón, inspirado personaje de sainete. El día del boicot, dicen las malas lenguas, no dio pie con bola, confundió el Aquarius con la Coca-Cola, y eso que habla inglés y román paladino como Raphael y Aladino, respectivamente se entiende. Se pidió dos en el bar, con un par, para no dejar ninguna y ayudar en la protesta. Confundieron su propósito y le pusieron a caldo, jugarreta de la prensa. Por no hablar de lo del piso de protección oficial, el que pagaba la abuela proletaria y revendió nuestro Trump. El de Alcobendas, Espinar, que con el real se lleva mal. ¿Cómo iba a dejar pasar la oportunidad? Con el mercado laboral en horas bajas, él becario y sin alhajas, la fortuna se acuerda del pobre y le concede un pesebre a tiro hecho. 40.000 euros por la venta del inmueble, para sacar pecho. ¿Todo lo demás? Agua de borrajas. Campaña de desprestigio desde la trinchera opuesta, hay interés en derribar a los mejores y verles caer con las botas puestas. Por fortuna Espinar es como Peter Parker, parece normal, mediocre incluso, pero es superhéroe de Marvel. Arrastra las palabras como si hablara pársel. El hombre-araña nada menos, escurridizo trepa muros de constatado humor, ayuda a la justicia y castiga al malhechor. Al especulador especialmente, cuestión de honor. De casta le viene al galgo, no obstante, la suerte fluye en los Espinar como la fuerza en los Skywalker. De padre a hijo pasa el talento, el talante, la honradez y la potra. Esta es la realidad y si no les gusta, no hay otra.

Ahora se marcha con Errejón, pero sigue en el club no se vayan a pensar que es un traidor. Hombre fiel a su palabra, su valía me descuadra. Voy a parar de hablar de Ramón, que parezco una peonza del subidón.

Si alguno se lo pregunta, habrá más. La lista es larga y la encabeza Rufián. Es difícil priorizar con tanta petición pero, no se alarme querido lector, estamos al pie del cañón. Tengan un buen día y aléjense de hospitales. Si no pueden hacerlo pregunten al doctor si es de izquierdas o derechas, como dijo Mingote en su chiste más certero, no vaya a ser que le opere un majadero.

Imagen cortesía de Rgaynavarrozgz - Trabajo propio, Licencia (CC BY-SA 4.0)