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Juan Principal contribuyente de vocablo.es, Juan estudió periodismo un día, lo que le descalificó automáticamente para trabajar como tal. Dispuesto a no malgastar semejante inversión escribe ahora por su cuenta y riesgo. Palabras, palabros, juego de vocablos...

Escrache al sentido común

Escrache al sentido común

No han de pagar los hijos los pecados de los padres, dice el Deuteronomio, ni al revés, cada cual responde por su propio pecado. Es la justicia divina, no obstante, la terrenal parece que va por otro camino.

Jóvenes millenials de EEUU abrazan la ideología y preferirían vivir en un país socialista, el 61% de los encuestados, así como 1 de cada 5 admira a Stalin y Kim Jong-un como a héroes. ¿Cómo es posible que ocurra algo parecido cuando el gran triunfo del siglo XX fue precisamente derrotar a la URSS, gesta que se atribuye a su presidente Ronald Reagan?

En EEUU es fácil de entender, están sumidos en deudas para pagar sus estudios universitarios, adoctrinados por un sistema educativo corrompido y en manos de los sindicatos y subsidios federales, hipnotizados por las estrellas de cine y el entretenimiento, influidos por las estrellas del deporte que hincan rodilla durante el himno nacional, bombardeados por unos medios de comunicación que se han convertido en propagandistas portavoces del partido demócrata o, como sugieren algunos, éste se ha convertido en la herramienta de los medios, que son al fin y al cabo los que promueven la agenda de la izquierda encarnada en ese anciano multimillonario llamado George Soros. El mismo que visitó a Sánchez en la Moncloa el primer día, tenía que ponerle los deberes.

En el resto del mundo les gusta el concepto, la idea sobre el papel que hará que todo sea justo y gratis, universidad, casa, medicinas y hospitales… Suena muy bien, todos iguales en el mundo perfecto. Demasiado para ser verdad si me preguntan. Son víctimas de la maliciosa desinformación o simplemente ignorantes. No saben que el propio Lenin pensaba del comunismo que era un sistema que sólo podía funcionar si no había otro con el que compararlo, por no mencionar sus más de 100 millones de muertos. Imaginen decir lo mismo de su marido o mujer, hijos, casa, doctor, trabajo… “Es el más alto y el más guapo mi esposo, claro que nunca he visto otro hombre”. Y pongo el ejemplo con Begoña que si lo hago al revés me hacen un escrache las feminazis de la izquierda. Las que sepan leer al menos.

La verdad es que no somos iguales. Hay de todo en la viña del Señor, el que le gusta trabajar y el que no, el que prefiere ahorrar y el que dilapida porque la vida son dos días y hay que disfrutar, y así podría seguir hasta que lo único que tuviéramos en común fuera el blanco de los ojos.

El comunismo no funciona o funciona si el objetivo es generar desigualdad y pobreza. Ya se ha intentado y ha fracasado estrepitosamente. Se han llevado a cabo experimentos sociales de todo tipo, recuerdo uno en África -ese continente que lleva siendo prometedor al menos 400 años- donde crearon el paradigma de pueblo socialista, acabaron con los ricos y establecieron que todos tuvieran el mismo nivel económico. Tabula rasa. Al cabo de un año, los ricos de antes eran los ricos de ahora, y los pobres de antes, igual. Esas pequeñas diferencias de las que hablábamos, dejaron de ser matices y al que le gustaba madrugar o trabajar más que al vecino acabó cambiando bienes por horas de trabajo. Al final, tenía más que los demás y es que al que madruga…

Los millenials israelíes sueñan con el final del conflicto. “¿Por qué no podemos vivir en paz con nuestros hermanos musulmanes?” preguntan con ingenuidad a sus padres y abuelos que lucharon en trincheras para sobrevivir y defender la patria. Ignoran, al parecer, que los quieren a todos muertos, que su religión les prohíbe trabar amistad con el infiel -más aún con la Gente del Libro- o que la Taqiyya, ese as bajo la manga del tahúr, no sólo permite sino que anima al musulmán “radical” a mentir por el bien del Islam. “No son tus amigos, Jacob, aunque lo parezca” deben pensar los mayores mientras se rascan la cabeza. Los abuelos murieron con la cara en el barro para que ahora los nietos nacidos en la abundancia y prosperidad que traen consigo las épocas de paz cuestionen su sacrificio.

Hablando de mentir y adulterar la realidad, la propia palabra “escrache”, creada por los demagogos de izquierdas fieles a su propia Taqiyya, maquillaje para lo que en verdad tiene lugar, un linchamiento. Lo hacen mucho, de hecho, cambiar el nombre al pecado para que con el tiempo nadie recuerde su significado y así parece menos mortal. Los pederastas serían “personas dirigidas hacia relaciones poco comunes” o cualquier otra etiqueta benévola que se inventen y los suicidas, “almas agotadas por el caminar”. Es la tiranía de lo políticamente correcto. Y como no lo soy, el otro día fui a ver a Rocío Monasterio (Presidente Vox Madrid) y María Ruiz (Comité Ejecutivo Nacional) en el hotel La Princesa de Móstoles durante un acto presentado por Laly (Coordinadora de Móstoles), y Maite López Divasson (Coordinadora de la zona de Navalcarnero). Todo lo que dijeron era puro sentido común, que parece que aún queda por estos lares, argumentado y bien expresado con serenidad, convicción y aplomo. Inspirador y esperanzador que haya mujeres así y un partido como Vox. “Y eso que Vox es un partido machista” dijo alguien del público, claramente ironizando al tener cuatro mujeres en el escenario recibiendo una sonada y merecida ovación. Sin olvidar, por supuesto, la más aplaudida y con razón, la madre de Irene Villa María Jesús González. ¡Bravo!

Al salir del hotel, adivinen, un escrache esperando en la puerta. La izquierda es incapaz de respetar su propio discurso, de ser tolerante con otras ideas. Normal si uno lo piensa, no puede haber otro sistema con el que comparar o se acabó lo que se daba. Afortunadamente, la presencia de la policía fue suficiente para disuadir e impedir la violencia. Y como los escracheadores también son vagos, los matones se fueron pronto. Algo mejor tendrían que hacer un domingo soleado, digo yo, porque dudo mucho que tiren la toalla. La izquierda es incansable cuando se trata de destruir y encizañar. Después de todo, es su programa desde 1918 y estamos en campaña. Diría pre-campaña, pero llevamos cuarenta años de lo mismo, sin parar.

Video del evento en cuestión:

Imagen de YouTube

Imagen cortesía de Adam Smith - Flickr, Licencia (CC BY-SA 2.0)