Delirium tremens
La izquierda odia a Trump como odia a América, de boquilla. A la hora de la verdad todos quieren ser como Donald. Y con razón. También se derriten cuando les invitan a los Oscars, si les conceden uno ya ni te cuento, no se les distingue de un caracol con tanta baba. ¡Abajo el imperialismo yanqui! Pero vamos al McDonald’s a beber coca-cola y comer hamburguesas. Si les preguntan por la incoherencia se encogen de hombros y dicen con más cara que espalda que es originaria de Hamburgo y la coca-cola un antitusivo. Y punto. Están enganchados a la forma de vida americana, adictos al capitalismo como el alcohólico a su veneno. Sanchijuelo no es distinto pero es único. A tres días de las elecciones dice que “Nadie esperaba que ganara Trump en América.” No le bastó con la foto, supongo que quiere ser “The Donald” ahora.
Aunque a toro pasado todo el mundo siempre sabe qué había que hacer, estuvo en Mayo del 68 en París y corrió delante del gris, yo sí esperaba que ganara Trump. No soy visionario ni viajero del tiempo, pero había ciertas señales inequívocas. Entre ellas, la gente que acudía en masa a sus rallies mientras los demás candidatos - primero entre los republicanos y, después, Hillary Clinton- apenas alcanzaba la media entrada. En algunos casos tuvieron el mismo éxito que María Teresa Campos en la firma de su libro. Otra señal, las redes sociales e Internet echaban humo. El movimiento de la rana Pepe se revolvía contra el monopolio informativo -más bien propagandístico- de las grandes cadenas de televisión, cable y demás plataformas. El votante olvidado, el ciudadano resentido, la mayoría silenciosa y el americano continental -no el sofisticado demócrata costero- ese al que poco le importa la polémica sobre los baños para transexuales porque nunca ha visto uno, transexual se entiende, acudieron en masa a las urnas y le propinaron una patada en el trasero a Obama y su programa radical de izquierdas personificado por Hillary Clinton. El país reaccionó a tiempo.
Si Sanchijuelo cree que es Trump y que va a ocurrir lo mismo en España que en EEUU por una vez y que no se repita está acertado. El problema para él es que lo más parecido a Trump y el fenómeno MAGA (Make America Great Again) aquí es Abascal y Vox. No sólo ideológicamente ambos reman en la misma dirección, recuperación del espíritu nacional y los valores que consideramos tradicionales, resolver de una vez por todas el problema de la inmigración ilegal con la construcción de un muro, disolución de aparatos e instituciones superfluas como las autonomías, recortar el gasto eliminando subvenciones que no van a ningún sitio, crear el marco propicio para la creación de empresas… también creen que el sentido común y la mayoría están por encima de ideología y la política de identidad que favorece únicamente a minorías como transexuales o lesbianas negras islamistas.
De momento, Vox ha llenado todos los mítines desde Valencia a Coruña, Sevilla, Toledo, Málaga, Madrid… Internet echa fuego verde por la boca y se palpa en las calles el hartazgo ante un sistema que no funciona. También la ilusión por el cambio. La gente quiere un golpe en la mesa y que se vuelva a la prosperidad cuanto antes. Es lo que no entiende la izquierda, para regalar dinero a sus causas perdidas tiene que haber dinero en la caja. Y ellos no saben más que gastar. En cuanto al PP, llega tarde. Un país con la economía de Canadá puede permitirse a un Peter “Trudeau” Pan, pero España con el separatismo sacando los dientes necesita hombres en el gobierno, no niños.
Más que con Trump yo le identifico con Hillary Clinton, seguro que Sanchijuelo tampoco sale a dar la cara tras el batacazo.
Imagen cortesía de Andrea Hans, Official @WhiteHouse